jueves, 21 de febrero de 2013

La España virreinal. Maestros de capilla de la catedral de Lima (1676-1765)



Lima, la Ciudad de los Reyes, fue la capital de uno de los virreinatos más extensos y ricos de los dominios españoles en el Nuevo Mundo. Como tal atrajo, no sólo a hidalgos y comerciantes en busca de fama y dinero, sino también mantuvo en forma ininterrumpida, durante todo el período colonial, una pléyade de intelectuales. pintores, músicos y artistas de gran valía, que desarrollaron su labor en la capital y en las principales plazas del virreinato, donde dejaron su herencia polícroma de imaginería, lienzos, escritos y partituras que constituyen, hoy, un tesoro artístico de proporciones. Si bien la pintura y la imaginería coloniales son conocidas y apreciadas desde hace tiempo, la música de esa época recién empezó a cautivar al público europea y americano que, con asombro, descubre verdaderas joyas musicales hasta hace poco inéditas.

Hasta finales del siglo XVII España fue gobernada por la casa de los Habsburgos, que propició, siguiendo el ejemplo del emperador Carlos V (Carlos I de España), un profundo amor por lo español. Tomás de Torrejón y Velasco, alumno de Juan Hidalgo en sus mocedades, representa en América la culminación del barroco español. Torrejón compuso, bajo el modelo de su maestro, la primera ópera representada en el Nuevo Mundo: La púrpura de la rosa (1701) -que con texto de Calderón, conmemoraba el decimoctavo natalicio de Felipe V- , que pasó a ser, en la práctica, la última ópera escrita en estilo español en el mundo hispano. En efecto, en 1700 asumió el trono el primer rey de una nueva dinastía, el Borbón Felipe V, quien entronizó el gusto por la música barroca italiana. El primer vasallo Borbón en ser nombrado virrey del Perú fue el marqués Castell dos Ríus, quien llevó consigo como maestro de capilla en 1707, no a un músico español, sino al milanés Roque Ceruti, sucesor de Torrejón en la catedral de Lima. Desde entonces, los villancicos polifónicos adquirieron la fisonomía de una pequeña cantata napolitana, estilo que se extendió muy pronto por el continente  Consecuentemente, la segunda ópera compuesta en América: La Partenope (1711), lo fue en estilo y con libreto italiano por el mexicano Manuel de Zumaya, el mismo libreto de Silvio Stampiglia que sería puesto en música por Häendel dos décadas más tarde. El sucesor y alumno de Ceruti fue José de Orejón y Aparicio, nacido en Huacho (Perú), que sin haber salido jamás de su patria se transformó en el más insigne compositor americano de cantatas napolitanas. Orejón ''reparó los descaminos de Ceruti'', según un cronista contemporáneo, dando a entender que el genio del discípulo había superado con creces el de su maestro, pues ya en 1736 su música era ensalzada por D. Pedro Bermúdez de la Torre, comparándolo con Andrés Lorente y Sebastían Durón. En esa oportunidad, con ocasión de un acto público de fe organizado por el Tribunal de la Santa Inquisición de Lima, iba delante la Cruz ''cantándole en Hymnos y Psalmos la gala de sus Triunfos toda la Música de la Capilla de la Santa Iglesia Cathedral'', que interpretaban obras de Orejón y del presbítero Esteban Zapata.
Su discípulo Toribio José del Campo y Pando escribió un elogioso párrafo sobre Orejón en el Mercurio Peruano en 1792: ''...en el Huachano (José de) Nebra, trasladado en el Licenciado D. Joseph de Orejón de Aparicio baxo de cuyos dedos era animado el órgano; al que prestaba articulación en el séquito de la salmodia, y en el que con la variación de sus Registros hacía por sus órdenes la imitación de instrumentos, animales y elementos...''

Si bien pudo haber diversidad de estilos durante la era virreinal, la estructura de la práctica musical se mantuvo inalterable. Cada catedral o iglesia de importancia mantenía una capilla de música, dirigida por un maestro de capilla e integrada por tantos instrumentistas y cantantes como podía mantener cada sede, según sus recursos. Hubo sedes como la catedral de Chuquisaca, hoy Sucre (Bolivia) que, por su cercanía de los ricos filones de plata de Potosí, podía mantener en esa época una capilla de más de cincuenta músicos, cifra muy superior a la que existía en importantes centros musicales europeos del momento. El maestro de capilla, por su parte, estaba obligado a componer un repertorio renovado para las diferentes festividades sacras del calendario anual, además de la dirección artística y administrativa del conjunto y de la manutención y enseñanza de los seises, o niños de coro, que cantaban las voces blancas de la polifonía y participaban en el canto llano junto a los canónigos capitulares. 

El repertorio musical seguía una estructura casi tan unitaria como la anterior. Desde España se regulaba el repertorio de música litúrgica a través de cantorales y misas polifónicas editadas en Europa, las que se enviaban desde el Escorial y Sevilla. El maestro de capilla de cada sede hispanoamericana debía incrementar ese repertorio con la creación de nuevas misas, motetes, salmos, magnificats, letanías, antífonas, oficios de Semana Santa o de difuntos y, en lo posible, importar nuevas composiciones a España. Pero también debía proveer obras para un rico repertorio no litúrgico, consistente en villancicos de diferentes ocasionalidades, especialmente para Navidad, la Santísima Virgen, Corpus Christi o fiestas patronales; junto a rorros, juguetes, cantadas o cantatas, duetos y arias, que constituyen la base del corpus musical que todavía se conserva, en gran parte manuscrito, en catedrales hispanoamericanas.

Samuel Claro Valdés
Pontificia Universidad Católica de Chile

Capella de Ministrers recuperaría en 1993 este repertorio tan desconocido por aquél entonces, La España Virreinal. En la página web http://www.capelladeministrers.es/index.php/discografia/52-la-espana-virreinal.html podréis encontrar más información al respecto de esta fantástica y aventurada edición así como una fotografía histórica realizada en la Sala Claudio Arrau del Teatro Municipal de Santiago de Chile.
Virgen niña hilandera. Anónimo (1680-1710), Museo Pedro de Osma (Lima, Perú)
La Niña '' hilando la púrpura y la escarlata'' (L.E. Wuffarden) del gran velo para el templo del Señor junto a otras doncellas de la casa de David.













jueves, 14 de febrero de 2013

Matías Navarro. El compositor olvidado.


Pocos han sido quienes, interesados por la obra musical de este compositor que vivió a caballo entre los siglos XVII y XVIII, han tratado de recuperar sus composiciones a través de la investigación y la interpretación.

Matías Navarro, ''natural de la Villa de Elig (sic)'', pasó sus años como maestro de capilla de la Catedral de Orihuela, a la que entraría como cantor el 13 de diciembre de 1678. Así, según reflejan las actas capitulares de Orihuela, fue admitido en los ''percaços de cor'' Matías Navarro, tiple. 

Hijo de Luis Navarro, músico de Santa María de Elx, fue nombrado en 1686 maestro de capilla de ésta para preparar la inauguración de la nave central del nuevo templo y las representaciones de la Festa (Misteri d'Elx): ''...que nomenen per Mestre Capella a Maties Navarro, fill de Luis Navarro'' (Llibre de la fàbrica de Santa Maria de Elig, 1-IX-1686). De la relación de Navarro con el Misteri d'Elx sabemos, gracias a las investigaciones de Juan Pérez (PÉREZ BERNÁ, J. (2007), La Capilla de Música de la Catedral de Orihuela: las composiciones en romance de Mathias Navarro, Universidad de Santiago de Compostela), que [...] una vez instalados los cultos en el nuevo templo el maestro de capilla debía contribuir a Posar el ministeri de la festivitat de Nostra Senyora en bona forma si pot ser amb músics de la terra. Las palabras de este acuerdo dejan constancia que entre 1673 y 1686 el Misteri había sufrido una notable alteración debido a su traslado a otro templo y de la precariedad económica. Se precisaba por tanto, un maestro de capilla hábil en la dirección e interpretación de la capilla para devolver a la Festa su antiguo esplendor. [...] Navarro aseguraba una vinculación afectiva con la villa y con la capilla, donde se había desarrollado su infancia e iniciado su trayectoria musical. (Op. cit. pg. 175). 

En 1692 marcharía de nuevo a Orihuela dejando en su cargo de Elx a Mossèn Gregori Brufal. Pocos años después empezará a ejercer como maestro de capilla en Orihuela, sucediendo a Gerónimo Comes (sobrino de Joan Baptista Comes) después de que éste muriera.

Además de todas las obras compuestas por Navarro, en marzo de 1714 el cabildo le pedía que compusiera ''música par todos los instrumentos con el clavicordio'' que poseía la catedral, y cuyo cuidado correspondía al organista José Gil, música no localizada actualmente.

El 7 de marzo de 1727 murió Matías Navarro, después de ocupar su cargo durante más de 30 años. El 27 de abril del mismo año el cabildo acordó gratificar con 100 libras a su hermano, Luis Navarro, ''músico de baxon de esta Santa Iglesia'', por haber cedido a la catedral ''...diferentes primorosos papeles de música nueva, trabajada por el Lic(encia)do Matías Navarro, Maestro de Capilla, su hermano''.

El archivo musical de la catedral de Orihuela conserva casi 400 composiciones de Matías Navarro, que constituyen sin duda la representación más numerosa entre la obra de los sucesivos maestros de capilla. Más de dos tercios de esta voluminosa colección son obras con texto castellano y, de entre éstas, la mayor parte son para una o dos voces solitas. Todos los textos son de carácter religioso, muchas veces entremezclando de una forma metafórica el sentido de lo humano y lo divino, y por lo general de una belleza más bien propia del siglo que le precede. La relación entre el texto y la música denota la característica barroca que identifica a Matías Navarro, encontrando innumerables ejemplos en los que la música está en función del texto y evidenciándonos la influencia que en el villancico español de la primera mitad del siglo XVIII tuvo la música teatral. 

Por último, no podemos dejar de mencionar brevemente otro aspecto importante que confirma esta música como perteneciente a la más innovadora vanguardia de su época: el empleo desenvuelto de tonalidades como do menor, la mayor o mi mayor. Evidentemente Matías Navarro no quedaría desconcertado ante un papel con ''sustenidos y bemoles'' como, según Gaspar Sanz, sucedía pocos años antes a los músicos españoles cuando intentaban tocar las ''sonadas cromáticas de biolines que vienen de Italia''. 

En 1992 Capella de Ministrers rescataría las olvidadas particellas de este compositor barroco: Matías Navarro: Cantadas a solo, dos y tres voces con instrumentos. Un disco que deja constancia de la singularidad de estas composiciones que quedaron olvidadas en el tiempo. En el siguiente link encontraréis más información al respecto así como otra rescatada fotografía histórica de la grabación: http://www.capelladeministrers.es/index.php/discografia/51-matias-navarro.html


















jueves, 7 de febrero de 2013

Los Elementos


Una alegoría del claroscuro entre Austrias y Borbones. 

''Fue una época de transición, como todas''

                          Sería difícil rebatir esta afirmación del musicólogo Reinhard Strohm: según el paso de las generaciones, la música evoluciona, con mayor o menor rapidez, y para cada época el criterio del historiador puede constatar esa coexistencia de lo conservador y de lo novedoso que parece propia de una transición. Pero hay períodos en los que el cambio es percibido por sus protagonistas como problema y pasa a ocupar un lugar central en la reflexión. Así sucedió en la época que protagonizó Antonio Literes, es decir grosso modo los años entre 1690 y 1730, desde las primeras manifestaciones claras de influencias italianas y francesas en las obras de Sebastián Durón, a la definitiva consagración de una música española “moderna” por la asimilación del estilo concertado o del recitativo, y de formas como el aria da capo. Y no merecería la pena extenderse más sobre este aspecto de no ser porque es precisamente en el debate originado por estos cambios donde encontramos juicios críticos muy precisos sobre la música de Literes que lo convierten en una figura emblemática del cambio, quizá más allá de lo que él mismo hubiese deseado.

Con esta introducción de Andrea Bombi nos ponemos en contexto para analizar en pocas líneas los escasos datos que de su biografía conservamos.

Desde su natal Artá, al este de Mallorca, alrededor de 1686 se trasladó a Madrid –donde residiría permanentemente– para ingresar en el Real Colegio de Niños Cantorcicos. A su paso a la Real Capilla en 1693 conservó el cargo de violón principal alcanzado en el Colegio. Sirvió en Real Capilla hasta el final de sus días. A partir de 1700 empieza a componer música teatral, especialmente para la corte. Entre ellas destacan las composiciones para celebrar el natalicio de Luis I de Borbón, poniéndose en escena zarzuelas como Con música y por amor (1709) o Acis y Galatea (1708). Será en este terreno de la música teatral donde Literes cosechará mayores éxitos. Además de estas producciones teatrales se conservan cerca de una docena de cantatas de cámara y una ''ópera armónica al estilo ytaliano'' -más que una ópera en sentido estricto, se trata de una especie de cantata escénica- intitulada Los Elementos. Dedicada a la duquesa de Medina las Torres, Los Elementos testimonia los servicios prestados por Literes a la nobleza madrileña, y en la misma línea se inserta también su participación en la orquesta de la duquesa de Osuna, prominente mecenas musical del momento.

Conservada en la Biblioteca Nacional de Madrid (M-1351), el manuscrito contiene cincuenta y siete páginas, en la primera de ellas leemos el enunciado de la obra con la dedicatoria a su posible protectora, María Ana Sinforosa, esposa del Duque de Medinasidonia, en alguno de sus aniversarios (''A los años de la Exma. Sra Dvquesa de Media de las Torres mi Señora''). 

Capella de Ministrers interpreta esta ópera armónica, inédita hasta la fecha, planteando un estudio formal, armónico y estilístico de la misma, antes de iniciar su reconstrucción sonora. 

En el desarrollo de la ópera ase observan dos partes bien definidas: una con la presentación de los elementos y el descargo de sus iras, deseosos de la llegada de la luz y del día; otra que comienza vaticinando el tiempo anhelado.

Según las últimas investigaciones (PIZÀ, A. Antoni Literes: introducció a la seva obra, 2002), Los Elementos estaría compuesta entorno a 1704, pero basta sólo conocer las influencias italianas que impregnaron la España de estas décadas para percibirlas en esta obra (recitativos, arias da capo con instrumentos melódicos concertados...), anunciadas por su autor en la portada, y magistralmente combinadas con el más austero estilo hispánico de finales del siglo XVII. Influido por lo italiano, Literes no deja de impregnar la ópera con esa estética ibérica ya manifiesta por él en otra zarzuela o comedia escrita en la última década del XVII (Júpiter y Danae) y que es la propia del estilo español de la época.

Resulta difícil señalas todos los aspectos interesantes de esta música. Literes cuidó en extremo la realización musical de los distintos personajes. Así, por ejemplo, destacan, por su belleza y sensibilidad, las dos piezas encomendadas a la Aurora: primero, un precioso lamento a medio camino entre lo hispánico y lo italiano (''¡Ay amor!'') y, después, el villancico (''Dormida fatiga''), acompañado con dos instrumentos obligados -cello y viola da gamba-, los instrumentos favoritos del propio compositor, jugando con los ecos y los contrastes dinámicos para pintar la dulzura de la Aurora.

Muestra de la habilidad de Literes es la disposición formal, presente sólo como estructura latente, alterada en sus detalles para alejarla del esquematismo de la serenata o de la cantata de tradición napolitana. Hay que relacionar este hecho con la experiencia teatral del compositor. Hay casi siempre, a lo largo de la partitura, una amalgama en extremo atractiva de elementos de la tradición teatral y musical hispana con las novedades italianas y especialmente con el género de la cantata y que muestra muy ilustrativamente esta época de transición de la Casa Austria a la Casa Borbón.

Capella de Ministrers editó por vez primera Los Elementos en 1995, inédita hasta la fecha. De ese momento se conserva una imagen de archivo recuperada recientemente para la publicación de este blog. No perdáis la ocasión de descubrirla y adquirir el álbum completo, ahora en oferta especial, en nuestra página web!
http://capelladeministrers.com/index.php/discografia/29-los-elementos-antonio-literes.html